La racionalidad de Milei

(Alver Metalli). Siempre es necesario considerar las cosas con la mayor racionalidad posible. Sobre todo aquellas que, aparentemente, están desconectadas y carecen de una lógica de fondo. Y este es el caso de la visita que realizó recientemente el presidente argentino Milei al acto de cierre de un congreso de Iglesias evangélicas en el tempo Portal del Cielo, en la provincia del Chaco. Para respetar el propósito de considerar los hechos correctamente, conviene comenzar por lo que Milei quiso conscientemente afirmar. Y a partir de allí tratar de comprender el verdadero alcance de lo que dijo teniendo en cuenta el momento en que realizó el viaje y pronunció el discurso, a menos de tres meses de la muerte del Papa Francisco y dos de la elección de León XIV, y las repercusiones que tuvieron esos hechos en la Iglesia argentina.

Notemos en primer lugar que en los doce años de su pontificado el Papa Bergoglio ha mencionado —y desarrollado con diversos énfasis— el concepto de justicia social un total de 324 veces. El Papa León comenzó su ciclo con una referencia a la justicia, que reiteró y amplió en su discurso a los cardenales pocos días después, donde mencionó explícitamente la Rerum Novarum y la justicia social, cuyo centro es el cuidado amoroso de los últimos, de los descartados. En los primeros 63 días — la elección de León XIV fue a principios de mayo — ha vuelto sobre ese mismo tema una decena de veces. La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina, por su parte, se ha referido con mucha frecuencia al principio de la justicia social durante los años del Papa Bergoglio, y también en las últimas semanas, citando al Papa León XIV. Lo hicieron la Comisión Permanente, el actual presidente de la Conferencia Episcopal, Marcelo Colombo, y varios obispos (no todos) en sus intervenciones sobre la actual situación política y social de la Argentina. Lo hicieron con fuerza los sacerdotes de las villas y de los barrios populares que en casi todas partes se dedican a la prevención y recuperación de la drogadicción.

En realidad la justicia social es un principio fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia. Incluye el principio de subsidiariedad, que valora los organismos intermedios entre el Estado y los ciudadanos, el principio de distribución equitativa de la riqueza y el principio de solidaridad con los más necesitados de ayuda, además de la función social de la propiedad.

Veamos cómo entiende Milei la justicia social. En su discurso oficial ante los pastores del templo evangélico, publicado por la Casa Rosada, el presidente hace afirmaciones como estas:

«Y en el fondo, ¿de qué se trata la justicia social? En el fondo, la justicia social no es ni más ni menos que envidia con retórica. Es decir, es la envidia disfrazada de algo bien pensante, pero no deja de ser un pecado capital;

«No debe haber nada más anti judeocristiano que la idea de la justicia social, porque la justicia social, básicamente, es robarle a una persona el fruto de su trabajo y dárselo a otra. Es decir, es la caridad impuesta por la fuerza, y la caridad no puede ser a punta de pistola;

«La justicia social no sólo implica una violación de los derechos de propiedad, yendo en contra de la igualdad ante la ley, sino que también viola el primer principio fundamental de la economía, que es el principio de escasez;

«Lejos de ser un obstáculo moral, la riqueza puede ser vista entonces como una bendición para quienes sean fieles a los mandamientos. Y ni que hablar de la defensa de la vida;

«La ética del capitalismo moderno encontró en la tradición judeocristiana un terreno fértil para desarrollarse».

Haciendo una rápida comparación entre las dos concepciones de justicia social, la católica, y la de Milei —compartida por los pastores evangélicos que lo invitaron— es evidente la enorme distancia. Lo que interesa notar —en el esfuerzo, ya mencionado, de encontrar la racionalidad del acto— es lo que el presidente argentino quiso destacar en ese momento, después de haber, por así decirlo, “afrontado” la muerte del Papa argentino, la elección de su sucesor y los comentarios predominantes del magisterio local sobre su presidencia, especialmente en los últimos tiempos.

Milei es un calculador, y su cálculo —en este caso— es triple. Cultural: se proponía mostrar su distancia de la concepción de justicia social de la Iglesia, y, por lo tanto, de las ideas de subsidiariedad y solidaridad que la impregnan; político: porque se dirige a las fuerzas políticas nacionales que comparten —aunque sea parcialmente— el principio de justicia social propio del catolicismo (peronismo, formaciones políticas de barrio, sectores del Pro, sindicatos, movimientos sociales, etc.); y electoral: porque habla a los votantes que en el mes de octubre serán llamados a pronunciarse sobre su modelo de justicia social. Por último, con su discurso desde el palco del Portal del Cielo Milei completa un realineamiento internacional de Argentina, aliada con Trump e Israel y aliada de sus aliados.