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En memoria del cardinal argentino Estanislao Karlic

El Card. Estanislao Karlic falleció el viernes 8 de agosto de 2025. El 10 de mayo había sido hospitalizado debido a un paro cardíaco y pocos días después se le realizó una cirugía para implantarle un marcapasos. Tras el resultado positivo de la operación, fue dado de alta y trasladado al Hogar sacerdotal Jesús Buen Pastor, en la ciudad de Paraná para continuar su convalecencia. El 20 de mayo el cardenal, afiliado a la Orden de San Agustín, recibió una la llamada telefónica de León XIV —agustiniano como él— quien le agradeció su servicio a la Iglesia.

L’Osservatore Romano ha dado mucho relieve al fallecimiento del cardenal y le dedicó una página completa en la edición del sábado 9 de agosto de 2025. En ella recuerda su desempeño como presidente del episcopado argentino, su notable “preparación teológica y su espíritu de pastor comprometido con llevar la luz del Evangelio a todas las dimensiones de la vida humana y de la cultura”. El periódico de la Santa Sede refiere asimismo su designación en 1987 como miembro de la Comisión para la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica y su participación en la Conferencia de Puebla en 1979.

También nosotros lo recordamos anticipando la publicación de un capítulo dedicado a él que forma parte del libro de próxima aparición “Don Giussani en América Latina 1973-1987“. El capítulo está precedido por algunas páginas sobre un congreso internacional que se celebró en la ciudad de Córdoba y en el que participó el cardenal Francisco Primatesta, entonces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. En el contexto de este capítulo se menciona a Karlic, que en ese momento era auxiliar de Primatesta.

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(Alver Metalli). Se refiere a monseñor Estanislao Esteban Karlic, nacido en Argentina y de ascendencia croata, que en ese momento era obispo auxiliar de Córdoba por decisión del mismo Primatesta. Juan Pablo II lo promovió a coadjutor de la ciudad de Paraná cuando todavía no había cumplido cincuenta años[1]. «Cuando llegó a Paraná», recuerda Haydée Copati, que trabaja con él desde 1985[2], «expresó su deseo de que estuvieran presentes todos los carismas posibles en esta Iglesia particular». Estaba convencido de que «la presencia de muchos carismas manifestaría más plenamente el misterio de la Iglesia de Cristo».

Copati, vicecanciller del arzobispado de Paraná durante 18 años, cuenta que desde el comienzo de su ministerio monseñor Karlic se ocupó de traer a la arquidiócesis varios movimientos laicales, congregaciones religiosas e institutos de vida consagrada, además de respaldar a los que ya estaban presentes antes de que él llegara. En esos años fundó dos casas para mujeres consagradas y una para varones del Movimiento de los Focolares. A una de estas comunidades le entregó en préstamo a largo plazo la casa de retiros de El Salvador, que todavía funciona como Centro Mariápolis[3]. También dio espacio a Punto Corazón, que recientemente, tras un proceso canónico en el cual su fundador Thierry de Roucy ha perdido el estado clerical, ha dejado de ser una institución eclesial para convertirse en ONG[4]. El movimiento de Schoenstatt, que se encontraba en la diócesis desde hacía mucho tiempo, recibió un fuerte respaldo durante su episcopado y la Renovación Carismática fue reorganizada e integrada a la pastoral orgánica de la diócesis. Karlic, que fue nombrado cardenal por Benedicto XVI en 2007, apoyó también la presencia de comunidades religiosas contemplativas y en 1987 promovió la fundación del monasterio benedictino de Nuestra Señora de Paraná -cuyas monjas procedían de la abadía Gozo de María de Córdoba- y del primer monasterio carmelita en la ciudad de Nogoyá, Nuestra Señora del Carmen y de la Preciosísima Sangre. En esos mismos años también llegaron a la diócesis las hermanas claretianas, las Ursulinas de Madre Ursula Ledokowska, las Hermanas de la Caridad de la Virgen Niña, las Siervas de la Divina Providencia, los Siervos de Jesús y de María. A Karlic se debe asimismo la fundación del Instituto de formación filosófica y teológica Fons Vitae, cuyo principal objetivo es evangelizar el mundo de los jóvenes e incrementar las vocaciones religiosas en las comunidades.

Con el tiempo, el cardenal Karlic dará prueba de su notable preparación teológica cuando el cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en aquel momento, lo convoque para formar parte de la comisión de redacción del Catecismo de la Iglesia universal[5]. «Fue una inmensa gracia de Dios»[6], dice desde su retiro en el seminario de Paraná -que dirigió durante mucho tiempo-. «Me incorporé a la comisión de redacción cuando ya estaba formada, en un segundo momento. Otro miembro que se sumó fue el secretario de redacción, el actual cardenal Schönborn, que era profesor de Teología en Suiza. Cuando entramos ya había un texto fundamental sobre el que teníamos que trabajar. El trabajo, por supuesto, se distribuía a los subgrupos y después se entregaba en las reuniones conjuntas. De esa manera se redactó el texto, que llegó a tener nueve versiones sucesivas»[7]. El cardenal Karlic recuerda cuando Juan Pablo II constituyó una comisión de doce cardenales y obispos a principios de 1986 «que debían elaborar toda la obra» junto con una comisión de redacción de siete miembros, a la que se sumó el secretario de redacción. «El presidente de ambas comisiones era el entonces cardenal Ratzinger, que dirigía magníficamente los encuentros. Siempre se buscaba que en los miembros estuviera representada la universalidad de la Iglesia»[8].

Karlic no oculta su simpatía por el naciente movimiento de Comunión y Liberación que también estaba preparando su desembarco en Argentina y colabora para que entable relaciones con las autoridades religiosas locales. Haydée Copati, que es la asistente de Karlic desde 2003, cuando pasó a ser emérito, recuerda «su deseo recurrente de llevar el movimiento de Comunión y Liberación a la diócesis, porque quería que su carisma lo ayudara a reforzar el trabajo pastoral en los centros de enseñanza superior de la arquidiócesis»[9]. El contacto con algunos miembros del movimiento que ya estaban en su diócesis también le permitió hacer un contrato fidei donum con la diócesis de Piacenza para que un sacerdote italiano se estableciera en Paraná[10].

Karlic viaja con frecuencia a Roma para participar en la comisión que tiene la tarea de redactar el nuevo catecismo de la Iglesia católica solicitado por los obispos en el sínodo de 1985. «Un fruto profético del Concilio Vaticano II», afirma[11]. Pero cuando regresa a Argentina visita asiduamente las pequeñas comunidades de Santa Fe y Paraná, acepta invitaciones a encuentros de Comunión y Liberación y dialoga con los responsables sobre los contenidos de la escuela de comunidad, momento central de formación para los miembros del movimiento de don Giussani. «No hay esperanza, si no hay fe» afirma. «Cuando enseñaba Epistemología en la universidad hablaba de la fe como la forma más profunda de conocimiento que existe» explica connotando con tono personal sus afirmaciones. «Lo grave es que callamos las cosas fundamentales y de esa manera las oscurecemos», agrega, y señala a continuación que lo más importante es «vivir lo fundamental, lo esencial, siempre y cada vez con mayor conciencia si es posible»[12].

Incluso hoy, a la venerable edad de noventa y nueve años[13], no duda en confirmar su aprecio por don Giussani. «Mantengo mi admiración por Comunión y Liberación y quiero seguir apoyándolo con mis oraciones»[14].

Notas

[1] La designación pontificia es del 19 de enero de 1983 y dos meses después, el 20 de marzo, Karlic se incorpora a la diócesis con facultades de administrador apostólico sede plena.

[2] Copati nació en la ciudad de Paraná en 1948. Licenciada en Economía (USAL), doctora en Filosofía (UCSF). Docente universitaria de 1978 a 2017. Fue vicecanciller del arzobispado de Paraná durante 18 años. Comenzó a trabajar con Monseñor Karlic en 1985 y lo acompaña como secretaria desde 2003, cuando pasó a ser emérito. Desde hace varios años es oblata benedictina en el monasterio de Nuestra Señora de Paraná.

[3] El contrato de comodato entre el Arzobispado de Paraná y el Movimiento de los Focolares (Obra de María) tenía una duración de 99 años. En 2022 el movimiento pidió la cancelación y en 2023 el inmueble fue restituido al Arzobispado de Paraná.

[4] La página web di Punto Cuore-Italia dice que tiene 40 casas en 26 países, entre ellos Argentina.

[5] Dedicó varias publicaciones al Catecismo, entre ellas “La celebrazione del mistero cristiano”, in Il Catechismo del Vaticano II. Introduzione al Catechismo della Chiesa Cattolica, Edizioni Paoline, Roma 1990; “Génesis y sentido del Catecismo de la Iglesia Católica”, en El Catecismo de la Iglesia Católica, publicación de la Asociación Uruguaya de la Orden de Malta, Montevideo, 1994.

[6] H. Sergio Mora, El catecismo fue un fruto profético del Concilio Vaticano II, Agencia Zenit, 23 de octubre de 2012

[7] Ib., El catecismo…

[8] Ib., El catecismo…

[9] La atención que presta al ámbito universitario se puede ver reflejada en dos libros: Misión de la Universidad, CEPAU, 1996, (Conferencia pronunciada en la apertura del Primer Encuentro Nacional de Docentes Universitarios Católicos, Huerta Grande, septiembre de 1995) y La Universidad por un nuevo humanismo, Educa, Paulinas, Eudeba, 2001 (conferencia pronunciada en el Segundo Encuentro Nacional de Docentes Universitarios Católicos, 2000)

[10] Se refiere al padre Fausto Capucciati. Ordenado sacerdote en la diócesis de Piacenza, donde fue secretario del obispo Enrico Manfredini. En 1989 viaja a Argentina, a la ciudad de Paraná, como misionero “fidei donum”. Mons. Karlic, que siempre lo tendrá en gran estima, lo destina a la parroquia San Miguel Arcángel, en el corazón de la ciudad, dejándole libertad de horarios y movimiento para poder acompañar a los jóvenes universitarios de Comunión y Liberación y a otras realidades eclesiales con las que pronto entra en contacto. Es profesor en el seminario arquidiocesano y también en la sede local de la Universidad Católica Argentina (UCA), en la Facultad de Humanidades. Estuvo muy cerca del movimiento Punto Corazón, que nació precisamente en Paraná en 1990 por iniciativa del padre Thierry de Roucy con el objetivo de dar vida a pequeñas comunidades para acoger niños abandonados, solos o víctimas de la violencia, que se extendió luego a otros países de América Latina, Europa, Asia y África. Apoyaba con su amistad a los miembros de esta realidad y los acompañaba espiritualmente, y sin duda mucho se debe a esta amistad que los Punto Corazón hayan adoptado reuniones periódicas de “escuela de comunidad” como la forma fundamental de su formación permanente. Semanalmente visitaba el Monasterio Benedictino de Nuestra Señora del Paraná para dialogar con las monjas y celebrar misa, y también acompañó a las Siervas de la Divina Providencia, especialmente a las religiosas de origen italiano. Profundo conocedor del folklore argentino, lo interpretaba con pasión, siempre buscando descubrir y valorar el sentido religioso y los deseos del corazón del pueblo argentino en las letras de las canciones. Se hizo amigo de muchas personas, que recuerdan la profundidad de las relaciones que entablaba, centradas en la relación personal y comunitaria con el Señor, y también el gusto por una compañía humana que abrazaba todos los aspectos de la vida, llegando incluso a preparar las salsas, que según dicen eran “insuperables”, para las cenas comunitarias. Regresó a Italia en 1994 para atender a sus padres ancianos y falleció en 2019.

[11] H. Sergio Mora, El catecismo fue un fruto profético del Concilio Vaticano II, ob. cit.

[12] Conversación con algunos estudiantes reunidos en la ciudad de Paraná el 7 de marzo de 1997.

[13] Su fallecimiento se produjo después de la redacción definitiva del libro al que pertenece este capítulo.

[14] Carta al autor, Paraná 18 de agosto de 2021.

 

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